martes, 22 de junio de 2010

Los antihéroes que admiro (parte II)


Cómo nos vamos transformando. Pasamos de idolatrar a Michael Jackson en esa década de música disco con su álbum Thriller a ser sus verdugos años después. 

Dejamos de usar las bicicletas Monark, recuerdan esas bicicletas a las que en Manizales llamábamos monaretas, Disfrutamos al, ya inmortal, grupo Menudo con sus licras de colores pastel y sus estribillos, Lluvia, lluvia, arco iris/ vienes y te vas/ mojando mis cabellos o… Súbete a mi moto/ nunca haz conocido/ un amor tan veloz. Súbete a mi moto/ ella guardará / el secreto de dos. 

Descubrimos en la música a Guns and Roses y en la literatura El nombre de la rosa, el estupendo libro de Umberto Eco y terminamos con la caída del muro de Berlín en 1989 y aprendiendo, de paso, la postura política que debíamos asumir. Y acaso cada uno de ellos no son a su manera antihéroes ochenteros. Pero llegamos a una década distinta donde todo acabó por descuadernarse.
Así, sin más una tarde de viento invernal, encerrados en un taxi debido a un trancón en Bogotá, Federico tomó una postura de hombre maduro y me dijo dos o tres cosas sobre mujeres. Esa actitud me recordó al viejo Henry, mi padre, el antihéroe que perdí en la absurda batahola de la vida hace 12 años y me ví solo. Me enteré -de una vez y para siempre- que ya una sola mujer bastaba para arriesgarlo todo y con esa revelación vino la nostalgia.
Regresé solo al apartamento. Empecé por recordar a Alonso Quijano, mi antihéroe favorito. Con los años ya se había afianzado en mi vida y sabía que El caballero de la triste figura, ese hombre ingenuo y medio loco, solo quería hacer una radiografía de la sociedad, contar con la lealtad de un amigo y poseer el amor sublime de una mujer. Ese hombre buscó la felicidad ya entrado en años y ni Federico ni yo queremos repetir la historia.
Federico, el antihéroe, hoy se balancea entre la poesía y el vértigo con que vive su vida. Ya no es tan joven para permitir una burla en el amor y nunca soportará la traición. Yo me vi solo en un apartamento que no era el mío, en una ciudad que no era la mía haciendo lo que más me gusta… escribir. Pero algo faltaba.
Llegaron los años y los balances. El tiempo se ha encargado de construir una armadura y la poesía ha trazado una ruta inevitable. Ya Fedex, como lo llaman sus alumnos en el Gimnasio Moderno, se sabe titular en la fresca vida de Sebastián y cada vez lo ama más pero cada vez lo disfruta menos.
Aún hay un largo trecho, pequeñas historias y sueños. Todavía hay ciudades y cuartos que nos esperan. Amigos y tragos a la vuelta de la esquina aguardan por nosotros y más soledad encontraremos al regreso.
Los ochenta son un recuerdo al que nos aferramos con uñas y dientes. Supe al lado de mi amigo padre que es duro ver crecer los hijos. Es duro ser padre a la usanza del los antihéroes… como ellos, mis amigos, se sabrán vencedores al final de la película aunque la chica lista se vaya con otro y los hijos se empeñen en recordarles que estarán siempre en segundo lugar.
Feliz día amigos.

2 comentarios:

  1. UFF...SI PUBLICAS LA PARTE III Y HASTA MAS TE VAN A QUEDAR IGUAL O MAS BELLAS, LE PONES SENTIDO
    SENTIMIENTO Y CORAZON A CADA COSA QUE ESCRIBES, GRACIAS POR DARME EL PLACER DE LEERTE.
    TU TAMBIEN TE MERECES UN FELIZ DIA DEL PADRE
    UN BESO
    ISA

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  2. Con cada palabra que escribes, llenas los rincones de magia de cada persona que lee cada locura que nace de tu corazon y de tu razon.
    faltaron los magnificos jajja
    un beso

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