domingo, 28 de noviembre de 2010

Crónica de un viaje a Holanda


Primera postal
El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas
Juan de Dios Pesa

La primera vez en mi vida que escuché el nombre de Holanda fue en 1982, entonces se disputaba el Mundial de Fútbol en España, con una mascota redonda: Naranjito y con el debut de Diego Armando Maradona, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, aunque hoy por hoy Messi se le aproxima y el mundial del 82 no haya sido el mejor del Diego, y con los comentarios a un equipo sensación en el mundial anterior (Argentina 78) uno al que llamaban la Naranja Mecánica que no estaría en este mundial ibérico, ese equipo era Holanda..

Yo era un niño de nueve años, lleno de felicidad y subyugado a la fiebre del fútbol desde tan temprana edad. No miento si escribo que a los cinco años mi padre me sentó sin ningún esfuerzo frente a un viejo televisor Toshiba con imágenes en blanco y negro a ver resúmenes de los partidos de Argentina 78. Ese año, sin saberlo, me enamoré de ese equipo y ese fútbol que saldría campeón con Mario Kempes como goleador con 6 tantos y con Holanda como subcampeón.

Así que un nombre tan bello: Holanda, conocido entre nosotros por su tradicional uniforme naranja, sus hermosas mujeres, sus tulipanes, sus molinos, por sus libertades y las imágenes de sus bellas ciudades, contrastó con mi viaje a Holanda a mediados de octubre de este año. Esta es la historia.

martes, 23 de noviembre de 2010

Se escriben cartas de amor con buena letra



Y las escrituras creativas…
tercera parte

Llegamos entonces al tema que dio origen al título de esta ponencia, un título que escuché o escribí por ahí alguna vez: “Se escriben cartas de amor con buena letra”.

Hace veinte años, cuando decidí que mi vida giraría en torno a los libros, a su lectura y escritura, no podía imaginar que la literatura cobraría tanta importancia en el país y eso sin lugar a dudas se lo debemos a Gabo, es decir, a Gabriel García Márquez y su Premio Nobel en el 82. Él, de alguna manera, profesionalizó la literatura en Colombia; antes de él éramos tenidos por locos o vagos, por hombres sinfuturo o soñadores. Poco a poco, hombres visionarios han ido transformándola hasta el punto de profesionalizarla, y eso está bien. Hemos celebrado la creación de RENATA, ese programa sobre escritura del Ministerio de Cultura, nos regocijamos cuando en nuestras universidades aparecieron especializaciones y diplomados en literatura y por fin ese camino nos condujo a la apertura de una Maestría en Escrituras Creativas. 

martes, 9 de noviembre de 2010

Se escriben cartas de amor con buena letra


La crítica ¿para qué?
Segunda parte

Los grandes nombres de la crítica del país, como ocurre casi siempre, viven en Bogotá. Están Edgar O´Hara, Jorge Cadavid, Gabriel Arturo Castro, Marianne Pansford y Luis Fernando Afanador –por citar algunos-. Aquí también están Arcadia y el Boletín Bibliográfico, y recuerdo Pie de Página y Lecturas Dominicales. 

Pero se han preguntado por el sinnúmero de autores de las regiones que les hacen llegar sus libros buenos, regulares o malos, desde diferentes puntos de la geografía nacional y ellos no reseñan. Se han preguntado si en los municipios de Caldas, Risaralda o Quindío conocen su trabajo.

Estos críticos no hablan de ese tipo de literatura, llamémosla de provincia. Pero eso no importa en las regiones porque su trabajo es poco conocido al igual que sus nombres. En el afán de cambiar el centralismo del país, hasta en lo literario, muchos escritores regionales decidimos que como lectores podíamos sugerir algunos títulos para que los habitantes de nuestros pequeños departamentos pudieran acercarse a ellos. En Pereira está Juan Alberto Rivera, poeta y periodista; en Armenia, Libaniel Marulanda, cuentista y cronista; en Cartagena, Gustavo Tatis, poeta y periodista, o en Tuluá, Omar Ortiz, también poeta, por citar algunos. Sus reseñas son respetadas.