domingo, 22 de septiembre de 2013

ÁLVARO MUTIS. Ha muerto.


El año pasado, el poeta Ómar Ortiz celebró 25 años de publicaciones de su revista LUNA NUEVA con un libro antológico sobre poesía colombiana titulado LUNA NUEVA, Antología Múltiple II. Diecisiete miradas a la poesía colombiana. Hice parte de los 17 escritores colombianos que seleccionamos los poemas incluidos en el libro. Entre los míos estaba, como en muchos otros, la poesía de Álvaro Mutis. Este es el poema que elegí entre su obra. Lo dejó como un pequeño tributo a uno de los más grandes escritores de la lengua castellana en el siglo XX.

(…) Me refugio en un poema que siento cercano en su propuesta vital, es el poema “204”  el cual murmura algo así como: estoy hecho por un hombre que escucha el mundo. Ese hombre es Álvaro Mutis (1923), un autor que desde su narrativa también nos acerca a su universo poético, pues su palabra del mundo es la misma que mis ojos ven a diario en este país de ausentes. Una realidad matizada por la poética, la misma que hace del acto creador un deslumbramiento.
Y es que Mutis supo bautizar estas montañas, sus verdes caminos, sus sonoros ríos y el espíritu de los hombres que lo habitan. “204” es acaso el latido del corazón de un pueblo o una ciudad que se hace universal y ya no importa si está ubicado en India, en Uruguay o en Colombia, en el poema la historia personal de un hombre atento a los signos se hace universal desde la palabra y nada queda oculto.

204
I
Escucha Escucha Escucha
la voz de los hoteles,
de los cuartos aún sin arreglar,
los diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída
alfombra escarlata
por donde se apresuran los sirvientes que salen al
amanecer como espantados murciélagos.
Escucha Escucha Escucha
los murmullos en la escalera; las voces que vienen de
la cocina donde se fragua un agrio olor a comida
que muy pronto estará en todas partes, el ronroneo
de los ascensores.
Escucha Escucha Escucha
a la hermosa inquilina del “204″ que despereza sus
miembros y se queja y extiende su viuda desnudez
sobre la cama. De su cuerpo sale un vaho tibio de
campo recién llovido.
¡Ay qué tránsito el de sus noches tremolantes
como las banderas en los estadios!
Escucha Escucha Escucha
el agua que gotea en los lavatorios, en las gradas que
invade un resbaloso y maloliente verdín. Nada hay
sino una sombra, una tibia y espesa sombra que todo
lo cubre.
Sobre esas losas -cuando el mediodía siembre de monedas
el mugriento piso- su cuerpo inmenso y blanco
sabrá moverse, dócil para las lides del tálamo y
conocedor de los más variados caminos. El agua lavará
la impureza y renovará las fuentes del deseo.
Escucha Escucha Escucha
a la incansable viajera, ella abre las ventanas y aspira el aire
que viene de la calle. Un desocupado la silba desde la
acera del frente y ella estremece sus flancos en respuesta
al incógnito llamado.
II
De la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo a los orinales
de los orinales al río
del río a las amargas algas
de las algas amargas a la ortiga
de la ortiga al granizo
del granizo al terciopelo
del terciopelo al hotel
Escucha Escucha Escucha
la oración matinal de la inquilina
su grito que recorre los pasillos
y despierta despavoridos a los durmientes,
el grito del “204″:
¡Señor, Señor, por qué me has abandonado!
Álvaro Mutis

Del libro Poesía Prosa. Álvaro Mutis. Biblioteca básica colombiana. Instituto Colombiano de Cultura.1981.

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