martes, 23 de noviembre de 2010

Se escriben cartas de amor con buena letra



Y las escrituras creativas…
tercera parte

Llegamos entonces al tema que dio origen al título de esta ponencia, un título que escuché o escribí por ahí alguna vez: “Se escriben cartas de amor con buena letra”.

Hace veinte años, cuando decidí que mi vida giraría en torno a los libros, a su lectura y escritura, no podía imaginar que la literatura cobraría tanta importancia en el país y eso sin lugar a dudas se lo debemos a Gabo, es decir, a Gabriel García Márquez y su Premio Nobel en el 82. Él, de alguna manera, profesionalizó la literatura en Colombia; antes de él éramos tenidos por locos o vagos, por hombres sinfuturo o soñadores. Poco a poco, hombres visionarios han ido transformándola hasta el punto de profesionalizarla, y eso está bien. Hemos celebrado la creación de RENATA, ese programa sobre escritura del Ministerio de Cultura, nos regocijamos cuando en nuestras universidades aparecieron especializaciones y diplomados en literatura y por fin ese camino nos condujo a la apertura de una Maestría en Escrituras Creativas. 


Y el coletazo de este nuevo viento en las letras hizo mella en los departamentos. Los talleres sobre poesía y cuento que se dictan en nuestras ciudades crecieron y mejoraron su nivel. Los directores de talleres nos preocupamos más por una nueva formación rica en metodologías y bibliografías. Nos preparamos para enfrentar nuevos tipos de lectores y escritores y la sorpresa fue mayor, contra el vaticinio de todo el mundo, sobre la aniquilación de los lectores y escritores, en nuestras ciudades, como en Bogotá, la gente tenía algo que contar y en el silencio de sus cuartos estaban escribiendo pequeños libros alejados del barullo de las grandes editoriales y sus autores.

Así, a los talleres de escritura creativa, como los llamamos hoy, llegaron románticos tardíos, modernistas perdidos en la marejada de las lecturas de hipertextos y muchachos posmodernos. La tarea para los directores era hacerles conocer autores, espacios sociopolíticos, lecturas claves, autores cercanos a sus modos de escritura y sobre todo enseñarles autocrítica.

De nuevo, ese trabajo de reseñar libros para antojar a los lectores era importante en la formación de esos asistentes a los talleres. La Escritura Creativa se nos develó como el escalón que debíamos superar, y los resultados no se han hecho esperar.

Pero surgió un nuevo problema conforme avanzamos en el nuevo siglo, uno que ustedes intuyen, las nuevas tecnologías al servicio de la escritura y la lectura. Pronto en los municipios de Caldas, para hablar de lo que conozco, mis alumnos llegaron a clase con discos compactos con cerca de tres mil libros para leer en el computador. Ellos empezaron a recomendar páginas en la web, y tuvimos una vez más que echar mano de los avances tecnológicos para acercar lectores, libros y textos escritos en estos nuevos formatos.

Los blogs son una nueva herramienta de trabajo y recomendamos páginas serias en la internet para que ellos se puedan nutrir, además, leemos los trabajos en las pantallas de los portátiles.

Hay un reto que asumir. La crítica puede ser personalizada. Esta ha dejado de ser exclusividad de unos pocos, y muchos nuevos autores –jóvenes y maduros- en nuestros departamentos hablan de libros desde sus blogs, correos electrónicos y páginas web oficiales. Ha llegado la tecnología y la crítica ha ido cambiando como la escritura.
Sin más, la tecnología que había extinguido al cartero y a los sobres de rayas rojas y azules, la misma que desapareció los telegramas de Telecom y las postales y también las esquelas perfumadas que en la adolescencia nos hacían llegar las muchachas, esa nueva forma de escribir virtualmente en teléfonos móviles o en computadores personales de la oficina o de un café internet ahora nos Regresa a los tiempos de los correos y las frases cortas como de telegrama y con ellos ha vuelto la escritura.

Desde la periferia, desde las orillas, desde las ciudades lejanas a la capital se retornó a la escritura de novelas, cuentos, crónicas y por supuesto poemas y cartas de amor... con buena letra, que los lectores devoramos con facilidad.
El reto para los críticos es asumir este tipo de escritura de la mejor manera posible.

Un par de apuntes más para terminar, no quiero que piensen que he descubierto a los nuevos autores de Caldas, no. Ellos me llevan quince, veinte, treinta y hasta cuarenta años de diferencia, y labraron su propio camino. Yo, desde mis reseñas, los hice visibles para la gente de Caldas, como ocurre siempre eran muy premiados y poco leídos, eso ya cambió. Dentro de este ejercicio he ganado amigos, muchos de ellos me acompañan y con agrado me los encuentro en las ciudades de Colombia. Pero también, el ejercer en la provincia este papel me ha granjeado algunos enemigos, mejor algunas enemistades que me tiran el carro cuando camino por la carrera veintitrés de Manizales o me pegan una vaciada con insultos y todo en algunas tabernas de la ciudad o de los municipios de Caldas porque nunca reseñé sus libros. No importa a esto se arriesga uno con este trabajo.

Y por último dejo una pregunta en el aire: ¿acaso la crítica no es también una escritura creativa?

Apartes de la conferencia Se escriben cartas de amor con buena letra. Dictada en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá en el marco del II Encuentro Nacional de Crítica.
Imagen: Mural de Jaime Garzón, Plaza del Ché. Universidad Nacional.

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