Lo
bueno de los tiempos difíciles
es
que ahuyentan a las falsas amistades
El final de un año
por lo general nos pone a hacer balances, a reflexionar, y para el año nuevo
juramos tener buenos propósitos como bitácora de cambio. Esos buenos propósitos
casi nunca los cumplimos o por lo menos en su mayoría olvidamos.
En mi balance si
tuviera que buscar la figura del año en Colombia
no dudaría en nombrar a Radamel Falcao
García, quién es la mejor noticia sobre el país que se registra cada tanto
en las redes sociales, los noticieros y la prensa mundial. Sólo él ha puesto de
nuevo en el costosísimo mundo de los deportes a sonar el nombre de Colombia en lo
alto, pero bien alto. Siempre lo ataqué diciendo que como jugador de área no
tenía rival en el mundo del fútbol, pero que en la Selección de Mayores era un
fracaso. Pues bien, gracias a sus goles me tocó tragarme mis críticas y aceptar
que sus anotaciones nos acercan al mundial de Brasil en 2014. Sin duda es un grande entre los grandes.
Mi personaje del año
es un futbolista, es decir, un deportista como los conquistadores colombianos de
Londres en las Olimpiadas de 2012,
esos ocho gladiadores hicieron izar nuestros colores en lo más alto de los podios.
Nada raro que sean los deportistas porque
en el resto de las esferas en nuestro país nada hay rescatable al nivel mundial
de Falcao o de la bella Mariana Pajón.
Miremos otros campos,
por ejemplo, el político… pienso y pienso y solo hay nombres para el olvido. El de Gerlein
sería uno entre muchos, ese Senador inquisidor refleja lo que trato de decir.
Pero quiero escribir sobre lo verdaderamente importante en nuestras vidas de
ciudadanos y estoy seguro que una de ellas es la amistad. Algunos dirán
que sobre los amigos hay mucho que leer. Les doy la razón. Pero este texto es
un agradecimiento a mis amigos y la exaltación de mi cariño hacia ellos.
Y qué es lo más
valioso de mis amigos… su dinero?, su palabra?, su sonrisa?, su posición
social?, su sinceridad?, su inteligencia?, su compañía?, su nobleza o su
generosidad?. No.
Nada de eso es tan
importante como sus manos que sirven para ayudarme en momentos complicados en
que no puedo cruzar solo. Ahí abren sus manos y me ayudan a continuar son
bastón, muleta, puente, salvavidas. También tienen sus brazos que me rodean
para protegerme o decir con un simple abrazo que están ahí, a mi lado pa´ las
que sean. Y sus ojos siempre atentos a mis palabras, a estas ganas infinitas de
contarles cosas. Amigos lectores, lectores amigos que dicen es por ahí… ese es
el camino.
Por eso no aguanto cuando
los veo lleva´os -como decimos en esta región cafetera- y el dolor se instala
en ellos por culpa de la falta de una oportunidad para ser mejores, de la
llegada de La Gran Señora que deja a
su partida la ausencia de un ser querido, del amor que ya no es o la invasión
de una enfermedad en sus hogares.
Hoy, que hago el
balance de mi año Maya, hoy que
presento informes de fin de año y planeo desde ya algunas actividades par el
2013, hoy quisiera que mis palabras tuvieran el poder balsámico para curar esa
aflicciones o la confianza que un prestidigitador presume para vaticinar éxitos.
Quiero ser un chamán,
un gran brujo milenario, un oráculo para decirles que esta amistad es real,
sincera y saben que iré a su lado hasta el final del viaje. Hoy les diré que el fuego
sagrado que el corazón del hombre es capaz de irradiar en los momentos
difíciles ilumina nuestra amistad.
Yo quisiera borrar con mis palabras sus
congojas porque su dolor es mi dolor. Ah, la inutilidad de estas 28 letras.
Básteles entonces de nuevo mi gratitud por su amistad.
Que las bendiciones
celestes caigan sobre ustedes y sus familias.
Que la luz universal los ilumine en estas fechas navideñas y en el año nuevo.
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