martes, 4 de mayo de 2010

El silencio de un editor



La primera vez que alguien me ayudó con mis textos narrativos o periodísticos fue en la sala de redacción del periódico La Patria. Mis poemas los leían, para mi fortuna a los 20 o 21 años, los escritores A. Leiva por insistencia de mi novia de ese entonces, F. Zapata en un lejano taller literario de 1998 y A. Agudelo quien ha leído los borradores de mis libros desde entonces. Pero cuando me invitaron a escribir para el periódico La Patria hace ya 12 años tuve que rehacer, literalmente, la primera crítica sobre un libro de poemas. Era una reseña sobre Insistencia en la Tierra de Uriel Giraldo Álvarez.

Quien me dio la oportunidad de publicar en las páginas de Papel Salmón fue Carlos Augusto Jaramillo. Con rabia y desespero me enseñó el lenguaje periodístico que yo desconocía y seamos sinceros él también. Su cargo era el de Editor de Papel Salmón. Su trabajo conmigo lo hizo con una honestidad que hoy me asombra porque éramos unos muchachos de 19 y 23 años. Él un poco más listo, solo un poco. Yo con ganas de escribir y escribir sin parar y los dos buceando en mares de alcohol los fines de semana. Después vinieron otros editores al encuentro de mis reseñas: Orlando Sierra Hernández y Gloria Luz Ángel la actual editora del dominical, quien me ha ayudado a crecer ya no en las reseñas, si no en las páginas que escribo sobre temas literarios, cinematográficos, futbolísticos o de comics.

Andaba sobre los 20 años, pensaba que escribía bien. Pero no. Había un lenguaje secreto que yo desconocía. Uno simple, económico y real. El lenguaje literario no me servía y tuve que aprender. Confieso sigo aprendiendo.



Ha pasado más de una década desde esos días. Ahora la reciente edición del libro que me publica la Universidad de Caldas me ha hecho preguntarme: a quién le debe la gloria un escritor. A su talento, a su obstinación, a su disciplina. a su editor. Y es que cuando uno como autor, por fin, es llamado por un sello editorial el trabajo cambia. Ya el manuscrito del libro es una fuente de recreación y búsquedas. De horas de relectura y corrección. De mucha paciencia y mucho talento para cazar erratas y erratones como los llamaba Neruda. De capacidad para encontrar gazapos, fallas ortográficas, unidad literaria, sentido estético. Y esto solo se logra con el trabajo silencioso e invisible de un editor. 

Qué diferencia con la del impresor quien publica (en la mayoría de los casos) nuestros primeros libros. Ellos hacen bien su trabajo. Pero estar horas -que suman días- bajo el lápiz afilado de un editor es una actividad no apta para escritores ni para impresores. Uno como autor puede pelear, refunfuñar, explicar y tratar de convencer pero si el editor es agudo y conoce sobre lo que habla es mejor prestarle atención y revisar sus sugerencias. Muchas veces tendrán razón. Otras ganarán enemigos irreconciliables y terminarán siendo odiados por mediocres o arribistas escritores.

Un buen editor está condenado a la envidia, al odio o a la gloria. Yo encontré uno que hallará envidias, odios y gloria en su trabajo. Los dos aprendimos hace años a hablar de libros y de correcciones. Mi editor es un buen amigo con el que peleo todo el tiempo. Sabemos que en el fondo no queremos sino lo mejor para el otro.

Pueden pensar que este texto es un acto de adulación porque ahora Jara es editor de la institución que publica mi libro. No hay tal. A mi me une una amistad con Carlos Augusto desde hace 17 años y no hace falta entre nosotros un club del mutuo elogio. Quienes me conocen saben que a nadie le doy nada si no lo merece. Por eso no me sorprende que la vida haya puesto a Jara como Editor de la Universidad de Caldas
Para eso nació. Ha madurado. Es un excelente lector, un crítico ácido, goza de gran memoria, es hábil, tiene muchas ideas sobre su oficio, posee un ojo avizor. Lo tiene entrenado para “pillar” errores gramaticales, de digitación, de diagramación, de orden, en fin errores que solo un ojo experto puede ver.

Este es su mundo y él lo construyó a su medida. Hoy trabaja en silencio desde su pequeña oficina y les aseguro nadie sabe el laburo tan hijueputa que realiza.

2 comentarios:

  1. EN MUCHAS OCASIONES NOS EXPONEMOS CON NUESTROS AMIGOS A QUE NOS DIGAN LA VERDAD AUNQUE NOS DUELA, QUE NOS SAQUEN DEL ENGAÑO DE NUESTRAS PRESUNCIONES Y QUE NOS PONGAN UNA NOTA DE CORDURA EN NUESTROS MOMENTOS DE NECEDAD, ESO ES LO MAS IMPORTANTE CONTAR CON AMIGOS QUE NOS ATERRICEN, LA AMISTAD EN EL MUNDO SUELE SUSTENTARSE SOBRE INTERESES PARTICULARES O CONVENIENCIAS, AFORTUNADAMENTE ESTE NO ES TU CASO YA QUE HAS CREADO CON TU AMIGO JARA LAZOS DE FRATERNIDAD, BIEN POR DARLE VALOR AL TRABAJO QUE REALIZA. QUE BUEN ARTICULO.
    UN ABRAZO
    ISA

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  2. es maravilloso tenerlo aquí. construir un blog de literatura y mas en la red no es una tarea fácil, pues se necesita mucha paciencia para diseñar el interior de una pagina como esta. se haya un juan carlos acevedo mucho mas maduro y preocupado por mas cosas que nunca. hay ya una versatilidad, pues lo vemos escribiendo de varias maneras sobre tantos aspectos que hay para escribir. solo hay que verlos y sentirlos y eso es lo mas dificil de todo. felicidades y que este blog sea cada dia un lugar para el encuentro de lectores con un muy buen SANTO OFICIO de leer.

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