De un hombre
que suele saltar al vacío II
Yo conozco de hospitales y de cuartos de hotel donde huele a muerte o a mujer y también de amigos a quienes llamé hermanos y poco a poco me echaron al olvido.
Con los días escribo sin dar importancia a la
belleza que se acostó junto a mi cuerpo en un camastro de hostal, ni a la mujer que escapó -por una noche- a su rutina de esposa y madre ejemplar para amanecer, pasada de copas, en mi cama y despertar un poco ebria, un poco feliz, un poco arrepentida…
Yo, sé de esperas en estaciones, aeropuertos,
terminales y muelles a donde llega la noche para decirme que el
futuro no tarda en llegar.
Todo eso queda atrás, igual el saber que fui el hazme-reír de un puñado de fracasados que se retorcían al ver en mi a un hombre de
fe capaz de convertir mi oficio en ministerio.
Y lo dejo atrás, porque hoy -cuando la vida me
deja ver sobre su hombro- camino al encuentro
de una mujer que cree en mí y que me espera. Una sencilla mujer de provincia que tiende su mano para recogerme.
Y eso, señores, es un paso seguro en medio del vacío en
que me muevo.
JUAN CARLOS ACEVEDO RAMOS
Del libro Balada
del Extravío
ME GUSTO MUCHO Y QUE BUENO PODER VOLVER A ENCONTRAR TUS HERMOSOS POEMAS POR ACA.BESOS
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