lunes, 26 de abril de 2010

¿Qué es un libro?

Hoy es lunes de invierno en Manizales. Desde el amanecer caen delgadas agujas. Una fina neblina rodea la ciudad y un aire frío se cuela por ventanas y boca. Acabó de llegar a mi apartamento en busca de un libro para mi trabajo y no lo he encontrado. Llevo horas de búsqueda y en cambió volví a ver una vieja edición de un libro de poemas prologado por Juan Varela en 1949. La versión que tengo es Azul de Rubén Darío, impresa por Afrodisio Aguado, S.A. en Madrid. Tal vez, una de la más bellas ediciones que se ha hecho.

Es un obsequio de un amigo sacerdote que robó, digamos mejor, tomó prestado para mí. Pero no es del modernismo de lo que quiero escribir. Es sobre el libro como objeto. Este libro lleva 61 años rodando desde España hasta América. Cómo llegó a Colombia, en manos de quién vino, por qué terminó en mi biblioteca. Esas preguntas no las resolveré nunca.

Sabemos que un libro es un objeto tan simple como una piedra y tan útil como un martillo. Me he movido entre ellos la mayor parte de mi vida. Heredé la biblioteca de mi padre y la mía crece como la hierba, además trabajo a su alrededor. Ahora me preguntó -desde el oficio de escritor- ¿qué es un libro? y me dejó llevar por mi mente hasta la fecha en que hicieron este ejemplar de Azul en Madrid. Borges dice que un libro es la extensión de la memoria. Lo creo.


viernes, 23 de abril de 2010

Un soldado más en el ejército de don Quijote hace cultura desde provincia

Son las diez de la mañana de un lunes caluroso en agosto. Algo extraño si escribo desde Bogotá una ciudad 2600 mts más cerca de las estrellas donde el frío se hace familiar aunque queme los labios. Sé que son las diez porque Corferias acaba de abrir la versión 22 de la Feria Internacional del Libro y el himno de nuestro país abre las puertas de este recinto donde hordas de estudiantes y compradores y curiosos hacen su ingreso.

Comienza un laborioso día en la Feria del Libro. Aseadores, escritores y vendedores nos preparamos para una jornada de 12 horas que vence al más férreo y dinámico expositor. Entre nosotros un hombre se abre paso a través de risas y de guiños de complicidad. Con su caminado particular, debido a una cojera que no le incomoda, el expositor Carlos Flaminio Rivera me pregunta:

- Ya se echo uno pa´l frío?

Una mueca burlona le ilumina el rostro e inmediatamente, de una fina licorera de bolsillo, me ofrece un trago de whisky.

- Bueno JuanK, termina diciendo entre risas, ahora a trabajar.

Carlos Flaminio hace honor a su nombre: es una flama que irradia calor y confianza en medio de la gris y rutinaria capital colombiana.

martes, 20 de abril de 2010

No podemos esconder el horror

Colombia es un país lleno de posibilidades, tal vez por eso es un territorio por descubrir, un sitio especial por habitar de nuevo. El tiempo que nos ha tocado está lleno de días oscuros y una violencia absurda nos envuelve. Hay madres sin hijos, porque los perdieron en la guerra; hay hijos sin padres que también se perdieron en la guerra. Hombres solos, inseguridad y miedo parecen gobernar nuestros días. Pero no, este es un país lleno de posibilidades y los sueños de hombres sencillos crecen como nuestro café, el amor todavía hace latir el corazón más fuerte y todo es posible porque el arte, cualquier manifestación artística nos hace más humanos y nos acerca más.

Hay manos a la vuelta de la esquina que están dibujando nuevos cielos y llenando de colores el lienzo de la vida. Si volteas, tras de ti, escucharás el sonido leve de una guitarra, de un violín, de una trompeta sonidos que viene a endulzar las noches. Si te quedas quieto en medio del parque descubrirás que hay cuerpos danzando bajo la obscuridad y si abres los ojos veras hombres actuando en medio de la calle o leyendo los versos inmortales que un poeta chileno escribió para su amada.

Es cierto no podemos esconder el horror y la angustia de un país descuadernado, pero el poeta se levanta entre los hombres y alza su voz para que el desprotegido sea escuchado, el músico desgarra su garganta y hace girones sus manos al tocar sus instrumentos para hacerse solidario con los gritos del que no tiene nada y el actor hace reír y llorar para recordar al pueblo que siempre hay algo mejor al final del camino.


sábado, 17 de abril de 2010

Los amigos arden en las manos

Los amigos de otros
viven en barrios con jardines, juegan billar, beben cerveza,
viajan con putas entre las piernas y la borrachera,
huelen a Calvin Klein y fuman Marlboro.
En sus cocinas hay suficiente leche
y en las mañanas
no harán falta naranjas (hermosos soles sobre la nevera)
para la resaca.
Los amigos de otros
desea el perro que ladra en sus terrazas
y el domingo viajan a sus fincas
con la máscara recién lavada
para ver transcurrir la vida
entre la piscina y el recuerdo
de la niña que rompieron el viernes anterior.

Mis amigos, en cambio,
viajan en la cola de una sirena
entre arrabales y la Vía Láctea,
llevan impregnado el olor a cigarrillos baratos,
a café en la Plaza de Bolívar
y nunca tienen una moneda para el teléfono público.

jueves, 15 de abril de 2010