miércoles, 26 de mayo de 2010

Yo también leí a Paulo Coelho

Hoy son muchos los intelectuales que se burlan de Paulo Coelho por su escritura de superación personal. Confieso, sin enrojecer, que hace cerca de diez años lo leí. Mi amiga Isabel Mejía de Vélez, me obsequio El Alquimista la novela más sonada del escritor carioca. Sólo esa he leído. 

Vengo diciéndoles a mis amigos que algo raro ocurre con este autor pues lleva más de cien millones de libros vendidos en todo el mundo. Y me pregunto: ¿quiénes se burlan de él lo habrán leído con sensatez?. No recuerdo mucho sobre El Alquimista y no pienso volver a leerlo, pero quisiera poder vender por lo menos un millón de ejemplares de mis libros durante toda la vida.

Este tipo de literatura, amigos, ha existido siempre. En los años de la infancia recuerdo ver sobre la mesa de luz de mi padre El vendedor más grande del mundo de Og Mandino, que también leí y del cual no tengo recuerdos, y ver en los salones de clase a mis compañeros con dos autores Khalil Gibran y Jiddu Krishnamurti. Después hicieron carrera libros como Tus zonas erróneas de W. Wayne y Las siete leyes espirituales del éxito de Deepak Chopra, los que nunca leeré. Como es de suponer apareció el especialista colombiano Walter Rizo a quien tampoco estoy interesado en leer.


Soñé, con unos amigos de copas y letras, inventarnos un seudónimo, tal vez Falodopodus, el gurú del sexo o Erógenus, mentalista del amor y la sexualidad y escribir (bajo esos nombres) unos cuantos libros sobre relaciones de pareja. Libros que se venden bien porque te plantean un problema -que no tienes, pero que el autor asegura anida en tu ser interior-, y luego te dan una respuesta -obvia- que catalogas de revelación por parte de tu maestro. Al editar y reeditar cuatro o cinco de éstos best-sellers criollos y dar conferencias bajo un título llamativo: Tratado de amor y erotismo para mujeres y hombres que se buscan en el cosmos y no se encuentran, podría, por fin, hacer una pequeña fortuna y dedicarme a escribir tranquilo mis libros de poemas, crónicas, ensayos y una novela que no acabo de madurar.

Hoy tengo la edad de los trigales, en mi vida el amor no funciona tan bien como quisiera, anda algo enredado, la soledad habita la mayor parte de mis días y quedan pocos amigos que dejo arder en mis manos. Lo único que va bien son mis libros de poesía, el sexo y las finanzas.

Yo también leí a Paulo Coelho y nunca me sirvió para nada, mi vida está llena de vértigo y la quiero así. Envidio su capacidad para contar historias con finales felices. Envidio todos esos millones de libros que vende y esos cientos de millones de lectores que tiene en el planeta a los que les ha cambiado la vida.

Estoy convencido que puedo aprender más sobre el amor en burdeles y tabernas, que el fútbol y la literatura me han regalado los mejores amigos que puedo tener y que mi fe crece a diario sin haber leído sus páginas. No tengo duda me ha dejado más enseñanzas los amoríos de Florentino Ariza y Fermina Daza en El amor en los tiempos del cólera que los protagonistas de Coelho y la poesía me ha salvado la vida más de una noche. Además es preferible fracasar en el intento de amar a una mujer real y no llenarme de motivos para no cometer ese error que leí en las olvidadas páginas de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.

La lectura es un proceso de aprendizaje como la vida misma y hay lectores que llegan a los buenos libros a través de autores como Coelho o como yo.

2 comentarios:

  1. CADA ESCRITOR NOS DEJA UNA ENSEÑANZA, TU POR EJEMPLO LO HACES TAN BIEN QUE NOS MOTIVAS A ESTAR PENDIENTES DIA TRAS DIA DE TODAS TUS PUBLICACIONES.UN ABRAZO.

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  2. Juan, definitivamente no podrás leer mi novela sobre este tema en particular, o mejor, sobre Coelho. No obstante, la enseñanza es buena, pues a autores como él se debe que mucha gente decida leer. Un abrazo

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